Si me preguntan cómo ando y mi respuesta no es muy optimista es porque pienso en que pasara con mi laburo, porque el ajuste y “el cambio” nos llegaran a todos tarde o temprano, y la verdad que la sensación de inestabilidad que se vive me tiene muy preocupado.
Me preocupa el hambre y la pobreza provocada por las medidas anti populares que desde hace dos años nos vienen aplicando, la desesperación de la gente que tiene que elegir entre pagar las altas tarifas o comer, le represión contra los que luchan por sus derechos, la censura a los que quieren gritar sus verdades, la intimidación y la provocación que generan golpeando las puertas de los cuarteles con discursos ambiguos e innecesarios en momentos de agitación social donde el pueblo necesita un bálsamo para tanto dolor y no que se revivan viejos fantasmas que tan mal le hicieron a nuestra nación, me preocupa la entrega de nuestra soberanía en manos de intereses foráneos, me preocupa no saber qué precio tendrá la comida mañana, no poder sacar un crédito para poder llegar a la casa propia, me preocupa ver a la gente preocupada, y mucho más me preocupa el cinismo de los cabecillas de este gobierno que, ciego de poder , se niega a ver y escuchar los reclamos del pueblo trabajador.
Me tiene inquieto que un empresario corrupto, procesado varias veces por ladrón y evasor, que nació en cuna de oro y no sabe de necesidades porque siempre le cumplieron sus caprichos, que llego a la presidencia mintiendo descaradamente en su campaña, engañando a una parte del electorado que en su afán de estar mejor y contaminado por los medios de comunicación afines al poder, que jugaron su papel en este engaño histórico prometiendo un “cambio” que nunca llego, ni en lo económico- social donde hemos perdido poder adquisitivo y derechos ganados históricamente a través de grandes luchas de reivindicación de la clase obrera, ni mucho menos en lo institucional, donde decían venir a dialogar pero vetan todo aquello que no coincide con su pensamiento elitista y de gerente de empresa, carente de todo sentimiento popular, decida mi futuro y el todos nosotros, sometiéndonos a una deuda generada por la timba que solo favoreció a unos pocos y tendremos que pagar los laburantes, los de abajo, los que siempre pagamos los platos rotos.
Me preocupa la quietud y la pasividad de los grandes dirigentes sindicales, que no están respondiendo como la historia de lucha sindical de nuestro país lo indica, deberían llevar a la calle con un paro contundente los reclamos de las bases, y no tranzar paritarias para nada acordes al índice inflacionario.
Puedo seguir enumerando cuestiones que me tienen preocupado y que no me dejan avizorar un futuro tranquilo, pero hay algo que me tiene peor que todo esto, son tres cosas contra las que lucho el Quijote de la Mancha, una es el miedo, que se apodera de las personas y las lleva a agachar la cabeza sin pelear por lo que es suyo por derecho natural, otra es la injusticia, que siempre se ensaña con el más desprotegido y aquellos que la practican salen ilesos y por último, la ignorancia, que inducida por los mismos que deciden sobre nosotros, hacen que la historia se repita y la sigamos padeciendo generacionalmente.
Por eso si me preguntan cómo ando les digo que un poco triste y preocupado, pero tratando de ser parte de la lucha y aunque estemos peleando con gigantes codiciosos, al igual que el Quijote, no vamos a claudicar en esta lucha de clases de la que hemos sabido salir victoriosos en muchos tramos de la historia.
Por José María Andrada