Desde un comienzo las capilleras supieron poner autoridad en la cancha, la entrega y la organización colectiva fueron las claves más importantes en una final que se jugó con dientes apretados. El Club Social y Deportivo Merci del Barrio San Carmen de Pilar hizo todo lo que estuvo a su alcance, pero no pudo con este conjunto, que sabe a lo que juega.
La estructura del Capilla Fútbol Club se mostró más fuerte, con dos zagueros centrales que sacan todo, una mitad de cancha dispuesto a la entrega total y con delanteros que siempre fueron peligrosos para hacer la diferencia, manteniendo a los locales alertas a cualquier error.
En sus intentos el club Merci, rápidamente comprendió que se enfrentaban a chicas que estaban dispuestas a todo, a pelear, a poner el cuerpo, a ser pacientes para esperar el momento justo, durante la segunda parte del primer tiempo el dominio era casi total, solo faltaba traducirlo en una ventaja deportiva que llego luego de un contra golpe que Salomé Aamón capitalizo con un toque sutil a un palo que dejó sin chances a la golera local, el 1 a 0 era lo justo, así se fueron al descanso.
En el re inicio nada cambió, los intentos del Narci inquietaron muy poco a la arquera Viviana Amarilla que cuando tuvo que aparecer, apareció.
El tiempo fue transcurriendo entre forcejeos, toques de fútbol y algún que otro encontronazo lógico en una final que se jugó de forma limpia y sin mala intención por parte de los dos conjuntos.
El pitazo final y la locura, el festejo contenido en los nervios de la semana y la noche anterior al partido, todo terminó en un sueño que estas chicas difícilmente se olviden en su vida.
La entrega de premios con el pasillos echo por las Campeonas, honrando a quienes habían sido sus rivales, no sus enemigas. Espuma, papelitos de colores y una copa más grande que las chicas, fue la frutilla del postre de una tarde que también fue un ejemplo de deportividad y competencia bien entendida.
Como de costumbre, lejos de los flashes y los estridentes títulos de los diarios está lo que buscamos. La esperanza de poder disfrutar del deporte sin la necesidad de aplastar al rival, de humillarlo, de saber que se puede ir a pelear un campeonato o una pelota con alma y vida sin que eso signifique destruir de forma egoísta a quienes circunstancialmente son rivales y que todo queda en la cancha, como en las viejas épocas.
Diego Sánchez