Se vende sin miramientos ni cuidados sobre cajones amontonados, piso de escombro, sin baños a la vista, alcohol en gel inexistente, así como barbijos, guantes o felpudo sanitizante, atención sin respetar distancias, se puede entrar sin esperar a que salga otro cliente causando amontonamientos innecesarios.
Acá no existe la dicotomía entre seguir o no seguir la cuarentena, todo es lo mismo, el objetivo es vender todo lo que se pueda en el menor tiempo posible, aun poniendo en peligro a los demás, a los propios dependientes y dueños del local que queda llegando al peaje Larena y que hace mucho tiempo esta librada al azar.
Pilar no hace controles, es fácil ver que la mayoría de los locales están abiertos, sean indispensables o no, no importa ya, El Intendente Achaval abrió la tranquera rindiéndose a los requerimientos económicos de una localidad que hace rato eligió su camino, si en el centro no existen los controles, porque tendría que haberlos en sus límites, la presencia de las fuerzas de seguridad brillan por su ausencia, el control del peaje ya no está, dejándonos el “regalo” de este comercio rebelde que hace caso omiso a lo que sucede en el país y por lo cual el Exaltacrucense se siente tan preocupado.
El idilio romántico de vivir casi sin el virus se ha terminado, crecieron los casos llegando a 11 cuando hace unos días había solo tres.
Los contagios en la vecina localidad están desatados y encima de eso, están pensando en flexibilizar aún más la cuarentena, el frío se acerca sin miramientos, el Coronavirus se siente fuerte en este tipo de clima, no existen vacunas ni tratamientos, tampoco se sabe a ciencia cierta si una vez contagiado alguien ya queda inmune.
Las respuestas son pocas y vagas, nadie sabe bien que ocurre, sin embargo en apariencias no se está dispuesto a ver qué es lo que está pasando en la frutería y verdulería del peaje, que ahora mismo sigue con su derrotero irresponsable que le podría costar a Exaltación más de un dolor de cabeza, los vecinos y vecinas concurren allí, en su gran medida, porque los precios son buenos, parece que solo con ese argumento alcanza para arriesgar la salud o la vida en un negocio que no solo no se cuida a sí mismo, sino tampoco a sus clientes.