Entiendo que nuestro Obispo, Pedro María Laxague, por su edad y preparación, no puede ignorar que, en la década del 70, la Republica se encontraba inmersa en una guerra interna financiada y planificada por los países comunistas que participaban en la llamada “guerra fría”.
Monseñor tampoco ha de ignorar que, en aquellos años, mucha gente moría en manos de los terroristas, y que más de mil ciudadanos eran secuestrados con el objetivo de intercambiar sus vidas por dinero, a efectos de alimentar a las fuerzas que debían tomar el poder por las armas.
Y no puede nuestro Obispo desconocer que, por disposición de un Presidente Constitucional, las FFAA tuvieron que intervenir para sofocar y detener el flagelo de la guerra de guerrillas en Argentina.
Por otra parte, también debe nuestro Obispo recordar, que quienes nos defendieron en aquel entonces, unos años después, fueron juzgados como civiles armados en el ámbito de la justicia ordinaria, aunque parezca increíble.
También debe estar informado nuestro Obispo sobre el torcido desempeño de los Jueces partidistas que intervinieron en las causas, a sabiendas de la inconsistencia procesal de sus actos. Ellos fueron y son los que condenan sin pruebas concretas, juzgando a los acusados por segunda vez por un mismo hecho; aplicando nuevas leyes en forma retroactiva, imponiendo prisiones preventivas que exceden varias veces los 3 años que como máximo, nos marca la legalidad del instrumento. También debe saber el Sr. Obispo que nuestra Justicia no respeta las leyes que determinan que los mayores de 70 años deben cumplir su condena en prisión domiciliaria, (más aun cuando padecen serias enfermedades, en tanto las condiciones del penal no son adecuadas para su condición).
Y luego pienso………quizás nuestro Obispo no conozca esta realidad en la medida necesaria, aunque ello no justificaría la prohibición del ejercicio del magisterio en la Diócesis al Padre Javier Olivera Ravasi, quien, ocupándose de estos cristianos olvidados e injustamente condenados, estaría imitando al Santo Padre, cuando éste año a año visita y lava los pies de un grupo de presidiarios en Roma.
Lo último que necesita nuestra amada Iglesia es dar un abrazo al progresismo, a Justicia Legitima o a la reivindicación de las luchas armadas mediante las cuales el Comunismo asesinó a 200 millones de personas durante su larga historia de ayuda al prójimo.
Rezo para que este lamentable episodio que discrimina a los soldados que aún continúan en cautiverio, solo se trate de un momento de confusión propia de cualquier ser humano u organización, (CEA).
Yo, con mis 64 años, he sido testigo cercano del flagelo del Terrorismo en Argentina. Yo he conocido personalmente a personas asesinadas, secuestradas y torturadas por las organizaciones terroristas. Yo he vivido cerca de las familias que sufrieron durante largos años sufrieron estas pérdidas apoyadas en su fe.
Me disculpo por mi atrevimiento Monseñor. Sucede que no puedo dejar de reaccionar ante la nueva injusticia que se suma al peso que sobre sus espaldas cargan nuestros viejos veteranos de la guerra contra el terrorismo.
Hoy más que nunca, resulta imprescindible conocer la verdadera historia, para poder lograr, como dice el padre Javier: “QUE NO TE LA CUENTEN”.
Fabián E. Sotelo
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