Teniendo en cuenta que, de los últimos 34 años, 28 fueron gobernados por presidentes pertenecientes a alguna gama del movimiento Peronista, los hijos de esta Nación, podemos decir que hemos sobrevivido a la autoridad y dirección de padres delincuentes, inescrupulosos y amorales, quienes desprovistos de todo interés y consciencia, no les importo el severo impacto que su mala praxis tendría sobre sus dependientes.
Y fue así que un buen día, a consecuencia del dolor producido por las profundas heridas ocasionadas por tan malos padres, que los argentinos que nos encontrábamos libres de los efectos de una tramposa anestesia, pudimos reemplazar a las autoridades que tanto mal nos habían hecho hasta entonces.
¡Quienes apoyamos este cambio, sabemos acerca del tamaño de la nueva esperanza!!
La esperanza nos habla de recuperar la Seguridad en nuestra vida diaria, la educación en la convivencia, la honestidad en todo ámbito social, y particularmente dentro de las estructuras de todos los niveles del Estado, (nacional, provincial y municipal).
La esperanza nos habla de recuperar la cultura del trabajo; la enseñanza escolar de calidad; la educación en valores; el orgullo por nuestra historia Nacional y nuestros símbolos patrios; nuestra capacidad de defensa; y por supuesto, el bienestar y la dignidad de toda la población.
Y es la esperanza la que nos promete mantener a nuestros hijos en nuestro país…incluyendo quizás la repatriación de quien ya ha cruzado el océano.
Y aquí estamos los huérfanos de siempre, mirando a quienes nos conducen y guían esta vez; mirando con esa miradita con la cual lo haría un conjunto de niños que han sido adoptados por nuevos padres, llenos de expectativa y con algo de temor.
La terea es titánica y recién comienza.
No hay meta no objetivo que ya haya sido alcanzada o cumplido.
El hijo mira con ilusión, festejando el abrazo que representa la unión de los guías, y la percepción de un andar que va en buen rumbo.
Los hijos han elegido a ambos padres. Ellos confían y observan, mientras de a poco se atempera el dolor.
Ellos no se preocupan por las personas que los padres elijen para auxiliarse en ese buscado buen andar. Finalmente, si alguno de ellos falla, siempre habrá alguien más a quien recurrir en busca de ayuda.
El ruido de una agria discusión llega desde el patio a la cocina. Se trata de un ruido que nos inquieta y entristece. Se trata del mismo ruido que alegra al mal vecino.
¿Acaso ya no recuerdan estos padres la finalidad que los unió para trabajar juntos?
¿Acaso olvidaron todo aquello que hizo que se eligieran mutuamente para luchar juntos?
¿Acaso alguno de los dos, ya no es quién era? ¿O se trata de un repentino e inmaduro cambio en los gustos con los cuales llevaron a cabo aquella elección?
Javier, Victoria: nada esta hecho. Mientras Uds. discuten o en algún caso se destratan, (y lo peor es cuando la cabeza es la que maltrata al corazón), millones de argentinos sufren el desamparo de la pobreza.
Recuerden lo que decía nuestro querido Doctor Albino: un pobre es aquel que no tiene amor de hogar, seguridad familiar, alimentación adecuada, ni instrucción, ni educación en valores. En resumen, un pobre es aquel que como consecuencia de todo lo que hoy no posee, finalmente no tendrá futuro. Un pobre es aquel a quien le falta todo esto, y que, además, además no tiene plata.
Es hora de grandeza y generosidad. Es el tiempo en la cual solo deben pensar en el otro, postergando cualquier desvío que pueda aparecer a causa del orgullo o vanidad personal. Hoy los huérfanos estamos un poco desorientados.
Es imprescindible que sigan siendo las personas a quienes con gran ilusión votamos.
Fabián E. Sotelo
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