Viernes, 04 Octubre 2024 13:30

Pensar antes de marchar

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¡Las imágenes de la marcha en favor del aumento del presupuesto para las Universidades Publicas, resultaron más que sorprendentes!!
En ellas vimos representados a los movimientos sociales y sindicales, que, junto a los partidos políticos con sabor a fecha de vencimiento, son los responsables de la pobreza y el atraso argentino.
Así es. Allí, junto a las banderas del ocaso y la violencia, junto a los grupos de extranjeros contratados, se encontraban las figuritas repetidas del álbum que ya nadie quiere ver ni completar. Esas figuritas que terminaron ubicadas en el canasto de ofertas de productos retro, esos que ya no sirven, y que, en rigor de verdad, jamás sirvieron.
Sin embargo, atrapados dentro de ese aquelarre y en franca minoría, se encontraban marchando, sin lugar a dudas, muchos estudiantes bien intencionados, quienes, sin comprender la complejidad de la problemática del tema presupuestario de las Universidades, reclamaban por el dinero que estaría faltando para que, en estas instituciones, todo funcione bien.
A ellos va entonces dirigido este breve artículo, pensando que quienes posean la capacidad para analizarlo, serán quienes aporten fundamentos serios y responsables, para tener como consigna, en las próximas marchas.
Comencemos entonces con el amigable proceso de pensar juntos:
Como primera declaración, enunciemos que resulta un derecho irrefutable, el de estudiar la carrera que nos dicte nuestra profunda vocación.
Luego, conscientes que cursar la facultad implica tener que solventar importantes costos vinculados a nuestra educación, (infraestructura edilicia, organización administrativa, servicios, salarios docentes; etc.), debemos recordar, que estos costos se pagan con los impuestos que aporta esa ajustada porción de la sociedad, que posee un negocio o actividad laboral que tributa al Estado Nacional y/o Provincial, (léase en blanco), junto al aporte que hasta el más empobrecido compatriota lleva a cabo, cuando comprando lo necesario para subsistir, abona algún impuesto cargado en forma directa al consumo. Aquí entonces debemos recordar que a la Universidad Pública también la paga aquella querida jubilada, a quien bautizamos cariñosamente, como Doña Rosa.
A continuación, (antes de seguir con este análisis), debemos recordar que pertenecemos a un país endeudado, el cual posee a más de la mitad de sus familias bajo la línea de pobreza, teniendo pendiente la urgente mejora en temas tan importantes como lo son: las jubilaciones, la educación primaria y secundaria, la salud, la generación de trabajo genuino, (léase privado), la seguridad interior, la capacidad integral de defensa, la infraestructura para la producción, etc., etc.
Atentos a los dos párrafos anteriores podemos entonces afirmar, que Doña Rosa, la que aporta para que alguien estudie en una Universidad pública, tiene derecho a lo siguiente:
1. A solventar solo a ciudadanos argentinos, no considerando en este caso, a los extranjeros que hayan ingresado al país para estudiar en Universidades públicas con la subvención que ella aporta, (ya es hora de dejar de llamar gratuito a lo que alguien paga).
2. A solventar dentro de cada carrera, a la cantidad de estudiantes que en caso de recibirse necesitaría el país respecto a esa especialización. En otras palabras: no le pidamos a Doña Rosa que pague el estudio a 1.000.000 de estudiantes de abogacía, si el país requiere un 25% de los egresos que este alumnado produciría al cabo de 5 años. Entonces: ¿no podemos elegir la carrera que deseamos? Si, podemos! Lo que no podemos es pedirle a Doña Rosa que costee una carrera que no proporcionará a quien se reciba, una salida laboral en el país. Quien desee seguirla podrá hacerlo, pero no con el aporte de Doña Rosa, no sería justo para ella.
3. A solventar el costo de aquellos estudiantes que posean la capacidad y voluntad necesarias, para avanzar en su carrera a una velocidad razonable. Para evitar pérdida de tiempo y de recursos económicos, resultará imprescindible, el llevar a cabo un exigente examen de ingreso. No queremos que Doña Rosa pague el estudio de un chico que no se ha capacitado en el Colegio Secundario, y que, por lo tanto, fracasara en el intento. No nos enojemos con esto. Sinceremos la situación de la escuela primaria y la de nuestros colegios, solo entonces podremos hacer lo que es necesario hacer, dejando atrás a los Baradel del fracaso. Concretamente: si una carrera debería cursarse y aprobarse en 5 años, el estudiente subvencionado por Doña Rosa no debería superar el 15/20% del tiempo estipulado. ¿Lo vamos a echar en caso de sobrepasar el tiempo límite? No, pero a partir de allí, si desea seguir, será él quien deba costear los gastos de sus estudios.
4. Doña Rosa tiene derecho a que un organismo no politizado, sea el que controle, en que se gasta la institución, el dinero que con tanto sacrificio ella aporta. A la vista hemos tendido grandes desvíos; y a la fecha, la capacidad de control del Estado se encuentra bloqueada, gracias a la oportuna gestión de un desvergonzado Maoísta llamado Vacunita Zannini. Hoy no sabemos cómo se gasta el dinero asignado, ni cuántos alumnos cursan estudios, respecto a los que figuran matriculados. Le pedimos mil disculpas Doña Rosa; prometemos mejorar en todos y cada uno de estos aspectos.
5. Doña Rosa tiene todo el derecho a exigir que, en estas Universidades, el alumno vaya para estudiar y no para ser adoctrinado. Ella subvenciona el estudio de futuros profesionales que han de ser útiles al país. Lo último que desearía, es que estas Universidades públicas se transformen en incubadoras de los futuros parásitos políticos del mañana.
6. Otro derecho de nuestra querida aportante, es el de recuperar la subvención que ella diera, así la misma puede volver a un estudiante que la necesite. Hay que ver cómo recuperar ese apoyo a través de varios años de suaves cuotas. Lo que sería inadmisible, es que alguien se reciba con el apoyo de su subvención, y luego se vaya del país sin devolver nada de lo recibido. Eso no sería justo para nuestra querida aportante.
Quizás me esté olvidando de algunos puntos, pero con esto, ya tenemos mucho para pensar, antes de caminar.

PD: todos somos Doña Rosa, pero el esfuerzo de ella es que merece todos los controles y cuidaos.

Fabián E. Sotelo
13.939.579