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Desunidos y empobrecidos en lo económico, moral y cultural, una vez más llegamos a un nuevo aniversario de nuestra declaración de independencia de la corona Española, Reino del cual renegamos a causa del vacío de poder que se había generado durante la captura de Fernando VII; las dificultades económicas que sufrían las colonias como consecuencia de las restricciones comerciales impuestas por la corona; la existencia de privilegios por derecho de sangre y títulos de nobleza, y la diferencia de estatus existente entre los americanos y los peninsulares profundizadas a partir de las reformas borbónicas.

Y una vez más me pescó el aniversario de nuestra revolución con las defensas tan altas como la confusión. El país pasaba una vez más por momentos críticos, peligrosos e inolvidables. Nunca había visto a la Nación tan alejada de su identidad, tan pobre en lo cultural, y tan empobrecida en lo moral como en lo estomacal, justo ahora, cuando ha comenzado a rodar esa teoría que dice que el sistema digestivo posee jerarquía de segundo cerebro.

No se vos, pero yo he visto sufrir a tanta gente en mi tierra!!

Corría la tarde en aquella calurosa primavera de 1975, cuando el General se paro frente al espejo para pasarse una última revista de uniforme, antes de concurrir a la importante reunión que tenía prevista en las últimas horas de esa misma tarde. Se trataba de una inspección llevada a cabo con esa rigurosidad y oficio adquiridos a través de algo más de tres décadas de arduo trabajo bajo las normas y costumbres de la disciplina Castrense.

La sociedad ha enfermado profundamente.

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